Ficha de Mira-chan

**Mirajanne Giss Germania** Jue Ene 05, 2012 2:33 pm

Nombre del User: Secreto de estado.

Serie: Nurarihyon no Mago.

Nombre original del personaje: Hagoromo Kitsune.

Nombre del Personaje: Mirajanne Giss Germania

Raza: Fénix.

Descendencia: Su padre era un youkai (monstruo o ente) tipo zorro.

Descendiente: Primera hija de la Reina.

Edad: Tiene 1700 años, pero aparenta entre 20-22.

Sexualidad: Bisexual.

Descripción psicológica: Mirajanne es una persona que mantiene la sobriedad y calma en todo momento en sus facciones, sonriendo levemente de forma maliciosa. No pierde fácilmente los estribos y siempre procura actuar con elegancia, pues siendo la primera hija, tiene que tener muchísimo cuidado con su forma de actuar para no darle problemas a su madre.

Es fría y calculadora, muy manipuladora y algo cínica. Desconfía de todos y odia a todos sus hermanos, ya que son competencia para ella. No obstante, difícilmente buscará provocar ella el conflicto, no es de atacar por atacar, a menos de que tenga un motivo que justifique sus actos.

Es bien sabido por todos que ella los detesta, pero no por ello se muestra completamente odiosa, simplemente mantiene sus distancias y procura no mezclarse con ellos a menos de que sea necesario, o que alguien vaya a hablarle.

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Spoiler:

Habilidades: Sus nueve colas y gran desarrollo de sus poderes de Fénix al ser una de las mayores.

Debilidades: Su desconfianza en los demás, sus hijos, y su soberbia. Su estado mental no es muy estable, por lo que por momentos puede "enloquecer" y masacrar a todo el que tenga frente a ella. Otra de sus debilidades es que le cuesta mucho expresarse, ya que se ha escondido tras capas y capas de máscaras, al punto de casi olvidar su verdadero rostro. Algo que realmente le afecta es el agua bendita y demás objetos que tengan una gran concentración de energía sagrada.

Un poco de su historia:Desde siempre, lo primero que recuerda es el haber estado encerrada en una torre oscura y solitaria, repleta de libros. Tres veces al día una criada llegaba a dejarle la respectiva comida, sin intercambiar palabra con ella pese a sus naturales intentos de hablar con alguien para distraerse de esa abrumadora soledad. Un día, su madre la visitó a la torre. No para cuidarla o brindarle alguna clase de afecto, sino para dejarle en claro que el único objetivo de su nacimiento es el crecer y serle útil, y que para ello debía absorber tanto conocimiento como le fuese posible. Le inculcó desde siempre que las emociones no eran necesarias para una herramienta como ella, y que debía centrarse en su única tarea asignada.

Fue la primera vez que recuerda haber visto a su madre, y no la volvió a ver en mucho tiempo, mientras que ella cada vez más se iba asemejando a una muñeca sin emociones gracias a las palabras de su progenitora. Tal y como se lo había ordenado, se deshizo de cualquier sentimiento por ser “innecesarios” para su crecimiento mental, y se dedicó a adquirir cuanto conocimiento pudo de cada libro.

Pasaron años, décadas, pero Mirajanne aún seguía siendo una niña de no más de ocho años en apariencia y por ende, mentalmente. Ya tendría cerca de ochenta años de vida para cuando su padre, quien se encontraba liderando un escuadrón de guerra en otra parte del territorio, fue finalmente a verla cuando salió victorioso de la batalla. Y grande fue su sorpresa al ver el estado en el que se encontraba su hija, puesto que pese a ser todavía una niña mentalmente era una muñeca sin emociones, que apenas hablaba y ya no mostraba ningún interés en relacionarse con nadie.

Indignadísimo por el hecho, fue directo a reclamarle a su esposa por el trato que le daba a su hija. No obstante, la Reina no hizo caso de sus reclamos y continuó moldeando a su gusto a la princesa. Su marido se cansó de insistirle para que la tratase como a una niña normal en vez de hacerla tragar libros allí aislada en esa torre, y entonces decidió ir él mismo cada día a visitarla para que se acostumbrase a su presencia. No obstante, los intentos de plática fallaban, puesto que Mirajanne se aisló tanto que siempre era demasiado cortante, sin hablar más de lo necesario y rara vez desviando su atención hacia algún lugar que no fuesen los libros.

Un día, su padre le preguntó acerca de lo que sabía del mundo exterior, y ella comenzó a relatarle todo lo que conocía por relatos y narraciones de los textos, pero era evidente que nunca había salido para verlo por ella misma. Él entonces le propuso salir un día, y ella sin comprender el motivo le preguntó el por qué. ¿Por qué se preocupaba tanto por una herramienta como ella?

Cuando él le contestó que porque era su hija y la amaba, Mirajanne despegó la mirada sin brillo de sus libros y lo miró con un deje de asombro en sus facciones normalmente inexpresivas antes de preguntar: “¿Amar?... ¿qué es eso? Es la primera vez en toda mi vida que escucho esa palabra”. Y de inmediato comenzó a buscar entre sus libros para ver donde podía encontrar el significado.

Fue eso lo que definitivamente hizo que su padre tomase una decisión. Esa misma noche fue hacia donde se encontraba su esposa y le dijo que se iba a llevar a Mirajanne con él para que pudiese vivir como una chica normal y aprendiese a sentir de una vez por todas. Extrañamente, la Reina no opuso resistencia, y fue así como él se la llevó a un terreno completamente desconocido para ella: la región donde habitaban los zorros de nieve, los kyuubis blancos. Allí conoció por primera vez a su único hermano mayor, Soushi, quien era en apariencia unos años más grande que ella… y no parecía sentir agrado hacia su nueva hermana, por lo que al principio se mostró algo frío, hasta que comenzó a gastarle bromas pesadas.

Con el paso del tiempo, la pequeña Mira se habituó más a ese tipo de ambiente, e incluso había aprendido a sonreír cuando corría por el bosque junto con otros kyuubis. Gracias al desarrollo de sus emociones, pudo crecer más mentalmente, lo que contribuyó a su desarrollo físico que durante esas décadas pasó a ya tener la apariencia de una chica de catorce años. Rondaba esa edad cuando conoció a Kougami, un youkai perteneciente a otra tribu, lobos grises. Era la primera vez en mucho tiempo que Mira se cruzaba con alguien de otra especie, y pese a las condiciones irregulares del encuentro, que bien pudo haber terminado en una pelea, acabaron haciéndose amigos. Kougami frecuentaba más la aldea de los zorros de las nieves y juntos solían salir a explorar las montañas. Pasaron muchos años juntos, y con el tiempo se convirtió en su primer caballero y algo más. Pero al haber estado privada de emociones por tanto tiempo, Mirajanne aún no sabía reconocer qué sentía en determinadas ocasiones. No fue sino hasta que vio a Kougami saliendo con otra chica que sintió por primera vez celos y deseos de llorar por una causa distinta a alguna herida. Su padre tuvo que explicarle a qué se debía para entender qué ocurría con ella, y pese a que por momentos era doloroso, debía admitir que estaba creciendo gracias a esas experiencias.

Ese mismo día, como era costumbre en ellos, Kougami acompañó a Mira a explorar las montañas, pero ella aún seguía enfadada con él, por lo que comenzó a desviarse del camino habitual para perderlo de vista. Al final acabaron perdiéndose en territorio desconocido y fueron atacados por una repentina emboscada de un grupo enemigo de su padre. Kougami la defendió con todo lo que tenía, pero inevitablemente perdió la contienda y fue precipitado contra un acantilado por culpa de una explosión que borró todo a su paso. Él nunca regresó, y para cuando el padre de Mira, líder de un importante ejército de yakuzas se presentó para lidiar con el enemigo, ya era demasiado tarde para salvar al chico, nunca encontraron sus restos.

Pero Mira no tuvo tiempo de recuperarse del hecho, puesto que enseguida su madre se enteró de lo sucedido y la mandó a regresar al castillo. Una vez allí se encontró por segunda vez en su vida frente a frente con su madre, quien aún tenía esa mirada fría puesta sobre ella. Su trabajo esta vez era el de aprender a ser una dama refinada para no manchar el estandarte de la familia real, y ello implicaba olvidarse de todas las costumbres aprendidas con su padre para volver a usar vestidos refinados e incómodos tacones, junto con un sinfín de actividades que sólo le incordiaban la vida y pretendían moldearla como a una pieza de joyería para que aprendiese a ser una “buena esposa” antes de ponerla en subasta y conseguirle un marido digno.

Aunque ese “marido digno” nunca llegó, pues la guerra que existía entre el mundo terrenal y el Infierno se estaba poniendo cada vez peor, y finalmente la Reina firmó un tratado con Satanás para detener las agresiones y así evitar que se destruyeran los dos mundos. Mirajanne debía de casarse con uno de los hijos de Satanás. Finalmente la ceremonia se realizó contra su voluntad con Daemon, uno de los doce príncipes de las Tinieblas, y durante la boda ella no pudo evitar notar un aura perturbadora alrededor de su futuro esposo. Al momento de apresarla como suya al ponerle el anillo, Daemon aprovechó para dejarle bien en claro que a partir de ahora él haría lo que se le viniera en gana con ella. Aterrada, la chica buscó desesperada ayuda por parte de su madre, quien contemplaba los hechos tan inmutable como siempre. Por más que le suplicó con la mirada que la rescatara, la Reina simplemente le dio la espalda y se fue por su camino cuando terminó todo, mientras que ella era arrastrada hacia las puertas del infierno por su ahora marido.

Apenas tenía quince años psicológicamente como para soportar toda la tortura física y mental a la que fue sometida, y constantemente sufría de fuertes heridas muchas veces mortales y violaciones por parte de Daemon, quien se veía bastante interesado en el proceso de resurrección de los fénix y para entretenerse e investigar la mataba con frecuencia de distintas formas. Quizá fue la persona que más experimentó todo tipo de formas de morir, las más dolorosas torturas y todo un desequilibrio mental a causa de los traumas que le dejó todo aquello.

No podía librarse de él hasta poder darle un hijo, lo cual era parte del contrato, pero gracias a que Daemon la mataba con tanta frecuencia nunca había el tiempo necesario para que la crisálida terminase de formarse adecuadamente en su interior. Pasaron décadas, más de un siglo allí encerrada hasta que finalmente consiguió terminar el proceso de gestación para que pudieran extraerle la crisálida. Pensaba que finalmente la iban a liberar, pero los planes de aquél Demonio no terminaban allí simplemente. La mandó a encadenar de pies y manos, y acostada sobre una cama de púas la abrieron salvajemente y sin ningún tipo de anestesia para proceder a extraer la crisálida. Una vez finalizada la faena, se retiraron con el trofeo, dejándola allí desangrándose hasta que acabó muriendo.

Cuando revivió una vez más, Daemon le comunicó que al parecer la crisálida necesitaba de la sangre de su madre para poder crecer, por lo que volvió a asesinarla de una forma brutal para esparcir toda la sangre que pudo sobre el capullo. Así una y otra vez, reviviéndola y matándola para generar esos grotescos baños de abundante sangre, hasta que la crisálida llegó a un tamaño considerable y de allí asomó la mano de un bebé, el cual fue abriéndose paso por sí mismo hasta liberarse en el mundo exterior.

Mirajanne temía ahora por las torturas que pudiera sufrir el pequeño, pero al parecer Daemon lo necesitaba vivo, por lo que la obligó a cuidarlo para que no muriera. Pensaba que al ser fruto de tantas violaciones y torturas no podría con él, pero a fin de cuentas era suyo, una parte de ella estaba en el pequeño, y terminó encariñándose con él.

Un día aquél infierno pareció acabarse para ella, cuando guardias de su madre llegaron para sacarla de allí, puesto que ya había cumplido con su papel y podía regresar al mundo exterior. Fue casi un milagro que pudiese quedarse con el niño, alegando que era aún muy pequeño como para que lo separasen de ella, y con esta excusa lo sacó a él también de allí, quien ya para ese entonces tendría unos tres años de vida y apariencia.

Una vez afuera, Mirajanne se centró tanto en el cuidado adecuado de su hijo que por unos momentos incluso se olvidó de tratarse mentalmente por todos los traumas que había adquirido allí en el infierno. De alguna forma el pequeño era como un tratamiento para mantenerla ocupada y sobrellevarlo. Fue su hijo el que la mantuvo relativamente cuerda y a flote durante tantos años, pero el destino siempre fue muy cruel con ella, y un día, a la edad psicológica de 12 años, su pequeño fue asesinado por culpa de uno de sus hermanos. Nunca supo quién estuvo detrás del asesinato, y a partir de entonces su paranoia creció, así como sus traumas del pasado que se cerraron sobre ella como gruesas manos que no iban a liberarla jamás.

Desde entonces ha desconfiado de todos sus hermanos y de todo ser viviente en general, y sólo quiere que inicie el Ragnarok de una vez para poder vengarse y matarlos a todos con una buena excusa.

Curiosidades:
-Su poder radica principalmente en sus nueve colas blancas.
-Dependiendo de la dificultad de la batalla, irán apareciendo sus colas, fortaleciéndose más con cada una.
-Puede usar muy bien su fuego, habiéndolo dominado casi por completo.
-Tuvo un hijo más, el cual ahora es mayor.
-Consiguió hacerse con un ejército de Caballeros, al cual llamó "Desfile nocturno de los 100 demonios".
-El que diga algo referente a su edad puede darse por muerto y enterrado.
-Pese a haber sido "entrenada" para ser una "buena esposa" y toda una señorita, se le dan fatal las tareas domésticas. Es un desastre en la cocina principalmente. Aunque ella misma admite que se le da mejor matar que andar jugando a ser la esposa perfecta.
-Para mantener las apariencias, finge tener una relación normal con su madre, aunque realmente se han visto menos de 30 veces a lo largo de toda su vida, y aún le guarda un resentimiento bastante fuerte por todo lo ocurrido.

**Reina** Jue Ene 05, 2012 2:34 pm

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