Un último té (Privado / R+18)

Sin perder la típica sonrisa de su rostro, sirvió con cuidado el humeante té en la taza de la albina, para luego sentarse en su lugar y servirse también. Quizá el único cambio en su semblante era que en esos momentos en los que estaba a solas con ella, su mirada parecía estar más relajada. Y debía aprovechar de la tranquilidad del ambiente ahora que los otros dos estaban abajo, en la sala, jugando con alguno de esos juegos de mesa, lo cual los dejaba a ellos dos con tiempo de sobra de total privacidad durante unas cuantas horas.

El aire corrió tenue y refrescantemente como una brisa por el balcón donde se encontraban, que era el del cuarto de Maria. Emily se acomodó mejor sobre su cabeza y le jaló de los cabellos, pidiéndole una galleta, a lo que él le alcanzó una del montón para mantenerla entretenida.

-Hacía mucho que no teníamos un momento tan tranquilo como este, ¿no es así, Maria-sama?~- Comentó, alzando su taza de té para beber un poco.

Una vez que el otro terminó de servir su té, no tardó ni dos segundos en tomarlo para llevarse despacio la taza a los labios. No tenía ni la más remota idea de qué ingredientes usaba Break para prepararlo, pero este siempre sabía delicioso. De una manera un tanto ansiosa, tomó una galleta de las que se encontraban en la bandeja para llevársela a la boca.

Casi suelta un gemido por lo deliciosa que estaba.

- Bueno, Gilbert está de vacaciones y Soul no tiene una vida muy social que digamos... - murmuró, mientras que soltaba un suspiro y se pasaba el resto de la galleta con algo de té.

Pero olvidó soplarle, por lo que se quemó un poco la lengua. Soltó una pequeña maldición, mientras que dejaba la taza sobre su platito y se echaba algo de aire con la mano. El hecho de ser vampira la hacía más delicada ante las cosas calientes, por lo que le dolía más que a una persona normal una pequeña quemazón en la lengua.

Mientras Emily se comía la galleta y el bebía su té, no pudo evitar fijarse en como la otra se quemaba por su impaciencia.

Dejó su taza reposando sobre el platillo de cerámica y con un movimiento de su dedo hizo aparecer al lado de ella un baso de agua fría.

-Maria-sama, debe esperar a que se enfríe el té- Le recordó. -Beba un poco de agua para que se le pase pronto el malestar- Indicó, manteniendo su tono de voz calmado.

Chasqueó luego los dedos para hacer aparecer una malteada fría de fresa junto a una copa de helado de unos cuantos sabores.

-O quizá tal vez prefiera continuar con algo frío para aliviarse pronto~- Agregó.

Miró, sin poder evitar sorprenderse, cuando el otro apareció el vaso con agua, para después llenar la mesa con helados de diferentes sabores. Nunca dejaría de sorprenderle la habilidad mágica del otro, y casi sin darse cuenta aplaudió como niña pequeña, emocionada.

- No es necesario que te preocupes tanto, es simplemente una pequeña quemazón - se excusó, pero aún así tomó uno de los helados (el cual era de mora azul) y comenzó a comerlo.

De haber sido humana, su estómago le hubiera reclamado el hecho de ingerir algo caliente y luego algo frío, pero era vampira, y esas cosas realmente la traían sin mucho cuidado. La comida, el té y los helados no la llenaban como la sangre, pero mientras todavía pudiera degustarlos, era más que suficiente.

- A todo esto - preguntó, con la cuchara en la boca -, últimamente te he visto algo extraño, ¿está todo bien? - medio frunció el ceño, preocupada.

Siguió comiendo tranquilo una de las galletas de limón, igual que lo hacía Emily sobre su cabeza, casi como si imitara sus acciones pero en miniatura, dando quiza hasta una imagen graciosa para quien los mirase.

Ante los aplausos, su muñeca hizo una reverencia, como si hubiese sido ella quien hizo aparecer todos aquellos postres, mientras que él le sonrió en respuesta.

-Es bueno saberlo- Contestó ante lo primero, llevándose la taza de té a la boca para beber un poco.

Pero debió admitir que su pregunta lo tomó desprevenido. Realmente ella llegaba a sorprenderlo a veces, podía ser mucho más astuta de lo que aparentaba.

Con toda tranquilidad, volvió a sonreírle como siempre antes de contestar.

-¿Ara?~ ¿Maria-sama se preocupa por mí? ¡Me hace muy feliz!~- Canturreó, mientras hacía aparecer al rededor de ellos unas cuantas flores que pronto fueron desechas en pétalos por el viento. -Me encuentro perfectamente~- Aseguró, antes de beber otra taza.

Quizá la segunda parte de la maldición de verdad lo había tenido tan preocupado que se hacía evidente. Ya se le hacía extraño que Liam sólo quisiera dejarlo ciego, como si eso fuese suficiente para entretenerlo... Ahora comprendía que eso era sólo el comienzo, y que la verdadera maldición estaba pegándole con todas sus fuerzas justo en estos momentos. Lo supo tan pronto vio aquella grieta en su piel, marcando su brazo como si fuese de porcelana que se resquebrajaba.

Liam no sólo prentendía matarlo, lo que quería era romperlo. Al menos había podido desaparecer las grietas con su magia para que nadie notara nada... pero el tiempo se le estaba terminando.

Se sonrojó con fuerza ante la respuesta del otro, y casi como si aquello fuese a bajar su sonrojo, comenzó a comer rápidamente su helado. Fue una suerte que no se congelara el cerebro por ello.

- ¡C-claro que me preocupo por ti, tonto! N-no sería awesome si dejo q-que mis amigos estén tristes o preocupados - farfulló, dejando la copa vacía sobre la mesa, para después tomar su té y darle un sorbo.

Debía de admitir que el otro le estaba preocupando, puesto que últimamente lo había visto distante y serio, como si hubiera algo mal. Siempre le respondía con un "no sucede nada" o ese tipo de cosas, y ella sabía a la perfección que le estaba ocultando algo. No era posible que alguien sonriera todo el tiempo sin tener una preocupación, después de todo, era algo que ella hacía también.

Nunca mostraba cuando estaba preocupada, triste o enojada, puesto que no quería ser una carga para los demás. Pero cuando ya no podía ocultar todo eso, terminaba hablando con Break y sintiéndose mejor, ya que sabía que él siempre estaría allí para ella y para escucharla, sin criticarla o algo por el estilo.

Dejó nuevamente la taza sobre su plato, para luego clavar la mirada en el mago.

- Sabes que puedes hablar conmigo, Break, ¿cierto? - susurró.

Rió levemente cuando la vio ponerse roja y tragarse de esa manera el helado, se le hacía tierna, casi como si fuese una niña pequeña... Aunque de cierto modo, para él, ella lo era. Para la edad que tenía, Maria y los otros dos bien podrían ser sus nietos... o bisnietos o incluso tataranietos. Y por un momento pensó en cómo habrían sido en verdad sus descendientes de no haber ocurrido esa masacre hace 700 años, si sólo Sharon y Emily pudieran haber sobrevivido...

Volvió en sí cuando la escuchó hablar nuevamente, tentándose por unos momentos a contarle todo y desahogarse como ella lo hacía con él. Pero el hueco en su pecho creció. Aquella carga era algo que debía llevar él solo como castigo por haber sido tan débil y permitir que Liam matara a todos de esa manera. No era ni siquiera digno de compartir su dolor con ella.

Siguió sonriendo como si nada sucediera, pero con cierto agradecimiento y remordimiento en la mirada.

-Lo sé...- Contestó en un suave susurro, mientras que su vista bajaba hacia la taza de té. Volvió a mirarla luego para mantener su sonrisa. -Y estoy agradecido por ello, Maria-sama es una maravillosa ama~

Infló las mejillas con un pequeño puchero, casi como si se tratara de una niña pequeña a la que no le cumplían un capricho.

- ¡Ya te dije que no soy tu ama! - farfulló, y decidió desquitarse con una pequeña galleta que tomó de la bandeja. La mordió con fuerza y comenzó a masticar mientras que farfullaba un par de cosas sin sentido, entre ellas, maldiciones hacia el albino por querer tratarla siempre de esa forma.

Vale, lo había salvado de morir hace años (por mucho que ella no se acordara exactamente de como, puesto que ese día estaba borracha) y se había convertido en su mejor amigo, ¡y se suponía que los amigos no debían de tratarse como si fuesen amo y esclavo... o algo así!

Por un momento, varias imágenes algo muy subidas de tono inundaron su cabeza al imaginarse en situaciones para nada puras con el mago. Un fuerte sonrojo adornó sus mejillas, y optó por beber más té para intentar no pensar en eso.

Aunque debía de admitir que la imagen de un Break amarrado y sodomizado era bastante tentadora...

Ya fuera de sus pensamientos, observó con cierta diversión la forma en la que actuaba y se sonrojaba. Quién sabe lo que habrá estado pensando en esos momentos para haberse coloreado de esa forma, pero se veía hasta cierto punto adorable... a pesar de tener una leve sospecha ya del rumbo de sus pensamientos.

-Pero es cierto~- Insistió, dejando su taza reposar sobre el platillo de cerámica para luego apoyar los codos en la mesa y entrelazar sus manos para colocar allí su mentón. -Ya que Maria-sama me salvó la vida, ella es mi dueña, y por consiguiente, puede hacer conmigo lo que quiera~- Agregó, queriendo ver ahora sus reacciones para divertirse un rato más.

Al ver los frutos de sus palabras, amplió un poco su sonrisa de payaso antes de proseguir.

-Estoy a su completa disposición~- Dijo al final, echándole más leña al fuego.

- ¡E-el hecho de que haya salvado tu trasero no s-significa que eso me convierta en tu ama! - insistió, con el rostro rojo a más no poder.

No pudo evitar que las imágenes siguieran llenando su cabeza. Casi ni se podía concentrar en otra cosa que no fuera el mago con cadenas y en situaciones comprometedoras. Por un momento, se alegró de ser niña, puesto que le era más fácil ocultar lo excitada que se estaba poniendo.

Tomó otra copa de helado después de terminarse su té, e intentó pensar en algún otro tema del que pudieran hablar "tranquilamente".

- Ho-hoy es un buen día - murmuró, y se facepalmeó mentalmente al darse cuenta de que ese era un tema trivial y muy tonto.

Todavía divertido con sus sonrojos y reacciones se llevó otra galleta a la boca para seguir comiendo, riéndo levemente ante lo último que dijo ella con tal de salir del tema de una vez por todas.

Miró al sol anaranjado desaparecer por entre las montañas, arrastrando así al manto nocturno que aparecía sobre ellos para mostrar las estrellas y el brillo de la luna. Una imagen que ya desde ahora se le hacía nostálgica.

Sonrió como siempre y asintió como si nada sucediera.

-Sí, es un buen día- Le siguió la corriente, tomando una vez más la taza de té para beber los últimos tragos.

Pero incluso para él, sus palabras le sonaron extrañamente vacías.

Le observó fijamente ante su repentino cambio de humor, e intentó pensar en algo inteligente y gracioso para decirle y animar el "ambiente", pero no se le ocurrió nada, y sabía que cualquier cosa tonta que dijera haría que el otro se sintiera peor.

Soltó un suspiro, y tomó otra gallera que pronto se metió a la boca. Para evitar ahogarse, comió uno de los helados que aún seguían en la mesa, el cual ya estaba algo derretido.

Mientras que degustaba el suave sabor del helado de limón, una idea asaltó su cabeza. Sonrió de forma algo picaresca, aún con la cuchara entre los labios. Sin que el otro se diera cuenta, se desabotonó los tres botones de su blusa, dejando ver el inicio de sus pechos. Apoyó sus codos en la mesa, inclinándose un poco hacia adelante y poniendo una cara algo "cansada" y "adormilada".

- Break, me duele mucho la espalda~ - mintió, fingiendo un puchero -, ¿podrías hacerme un masaje? - pidió, batiendo las pestañas de forma algo coqueta.

Acababa de servirse la tercera... o cuarta taza de té y comenzado a beberla mientras que Emily devoraba casi todas las galletas que podía, y al estar tan centrado en sus propios pensamientos ni siquiera fue capaz de advertir los movimientos de la otra cuando se desabrochó esos botones. Ante su llamado, tanto él como la muñeca la enfocaron. Comprendió al instante sus segundas intenciones, y bajó la taza para dejarla en la mesa con una sonrisa entre divertida y pícara, casi como era típico en él.

-Por supuesto, Maria-sama~- Contestó con su habitual tono de voz, para luego ponerse de pie y con tranquilidad situarse detrás de ella para así proceder con la petición.

Masajeó con cuidado sus hombros durante unos momentos, para luego ir descendiendo de forma lenta hacia su espalda, con suaves caricias que aseguraban una sensación más agradable. De haber sido un mago "blanco" habría podido usar su magia para una relajación completa, pero no lo era, por lo que tendría que conseguirlo por sí mismo... aunque ya presentía la forma en la que podría llegar a lograrlo.

Sonrió satisfecha al ver que el otro le hacía caso y comenzaba a hacerle masaje. No es que le gustara darle órdenes o cosas por el estilo, pero debía de admitir que a veces era divertido y... excitante, más cuando el otro se ponía en aquel plan sumiso.

Decidió entonces que, si el otro estaba dispuesto a seguirle el juego, entonces tendrían que moverse a un lugar más cómodo. La mesa estaba llena de tazas, vasos y galletas, además de que era muy pequeña y bajita. Dudaba que pudiera soportar todo lo que ella tenía "planeado" para hacer con el albino.

Alzó la mirada y miró al otro con una expresión inocente y algo infantil.

- ¿Y si nos vamos a un lugar más cómodo? - sugirió, mirando de soslayo la cama.

Al poco tiempo de comenzar con su tarea, Maria decidió que quería pasar al siguiente nivel para pasar a "jugar" en un lugar más cómodo. Sonrió en respuesta, de su forma característica mientras retiraba sus manos de su espalda.

-Sus deseos son órdenes, Maria-sama~- Contestó con un tono entre burlón y divertido, mientras hacía una fingida y exagerada reverencia a modo de leal lacayo.

Antes de que la otra se levantara, él se le adelantó al alzarla en brazos como si fuese una princesa para seguir el juego. Claro que, tuviendo que recurrir un poco a la magia que le ayudaba a sostenerla, debido a que en su estado actual probablemente se le rompería el brazo si hacía mucha fuerza. Y no quería tener que interrumpir el momento para agacharse a recogerlo.

Sin prisas, como era habitual en él para agotar más rápido la poca paciencia de la vampira, se dirigió con ella hacia la cama hasta recostarla con cuidado sobre el colchón, y seguidamente colocarse al mismo tiempo sobre ella, mirándola de la misma forma divertida.

-¿Y bien, Maria-sama?~ ¿Dónde necesita masaje?~- Reanudó el juego anterior, mientras que comenzaba a "masajear" su vientre, descendiendo un poco hacia llegar a uno de sus muslos, donde acarició su piel en la espera de sus "órdenes".

Soltó un par de risitas cuando el otro la cargó como si fuese una princesa para después llevarla hacia la cama. Vale, admitía que odiaba el hecho de que el otro le dijera "sama", pero cuando se ponía en ese plan cariñoso, realmente le importaba poco como le llamase. ¡Por él hasta podía ser Susana!

... bueno, tal vez no.

Mientras que él se dedicaba a acariciarla, ella se dedicó a acomodar su cabello en forma de abanico por sobre la almohada. Esto para que no les estorbara luego. Con una sonrisa traviesa, la cual era casi típica en ella, se llevó un dedo a los labios de forma pensativa.

- Humm... me duelen un poco los brazos... y también aquí - murmuró, llevando sus propias manos a su vientre -. Ayer el malvado de Gilbert me puso a hacer abdominales - mintió, fingiendo dolor en su voz e inflando las mejillas en un puchero.

La verdad había sido que ella puso tanto a Gilbert como a Soul a que hicieran ejercicio, y si alguno de los dos se negaba, les daba una buena paliza. En fin, unas mentirillas piadosas no le harían daño a nadie.

Al ver que ella abría apenas sus piernas con sutileza al sentir las caricias que él le estaba dejando en esa zona, invitándolo a más, accedió a acariciarle la parte interna de los muslos con la misma delicadeza y sutileza del movimiento de la otra, sin quitar su sonrisa levemente divertida.

-Ara~ pero qué malvado ha sido Gilbert-kun~- Comentó con falsa lástima, mientras que su otra mano acariciaba nuevamente la zona de su vientre, de una manera un poco más insinuante.

-Humm~ me pregunto qué podré hacer para que se vaya el dolor~...- Prosiguió, inclinándose un poco hasta dejar reposando suavemente su frente contra la de ella, y la mano que acariciaba la parte interna de sus muslos pasaba a adentrarse un poco más en su zona íntima, rozando apenas un poco por sobre la tela de la ropa interior.

No pasó a más, puesto que quería seguir el ritmo aparentemente pausado y tranquilo del juego, y lo seguiría hasta que ella pidiera ya acelerar las cosas e ir al punto.

Sonrió más que complacida cuando el mago comenzó a acariciar su vientre y su ingle con suavidad. De forma cariñosa, mordió suavemente la punta de su nariz, aprovechando que su rostro estaba muy cerca. Después, se incorporó un poco, hasta quedar sentada.

- Bueno, el masaje no estaría nada mal~ - canturreó. Fingiendo que tenía calor, comenzó a abanicarse con una de sus manos, mientras que la otra comenzaba a desabotonarse el pequeño suéter que llevaba encima, exponiendo así su pequeña y fina blusa de tirantes delgados -. Como que empezó a hacer algo de calor, ¿no crees? - puchereó un poco.

Ella, al ser vampiro, el calor le era más que indiferente, pero no tenía nada de malo que fingiera algo, ¿cierto? Con un par de risitas, se volvió a acostar, esta vez boca abajo. Levantó un poco las caderas, haciendo que estas rozaran con la entrepierna de Break. Aunque usualmente ella iba al grano, jugar un poco antes de la "acción" tampoco estaba mal.

- ¿Podrías empezar con mi espalda, por favor? - preguntó, con un tono inocente.

Sin dejar de mostrar esa clásica sonrisa entre burlona y despreocupada en sus facciones, se dejó morder por ella, mientras que continuaba con las caricias, hasta que se separó un poco para darle espacio de incorporarse, mirando con la misma moderada diversión como ella fingía tener calor para comenzar a quitarse la ropa.

-Por supuesto~ esta es una noche particularmente calurosa- Asintió, siguiéndole el juego.

Siguió sus acciones y juegos descarados, como el que hizo con su cadera, para volver a inclinarse levemente sobre ella sin romper la postura y así pasar una de sus manos por su espalda, primeramente en un lento recorrido.

-Por supuesto, Maria-sama~- Contestó de lo más "servicial", mientras que movía sus manos en un masaje por su espalda, a veces bajando un poco más de lo necesario y otras escabulléndose por debajo de la blusa. Finalmente, ambas manos quedaron a ambos lados de su cadera, para así comenzar a levantar de forma lenta la prenda a medida que subía para masajearla. -Aunque creo que le sería más cómodo sin una blusa que estorbe, ¿no es así?~- Propuso ahora con ese mismo tono aparentemente ingenuo pero burlón. -De ese modo podrá disfrutar mejor del masaje~

Un pequeño ronroneo se escapó de sus labios cuando el otro comenzó a acariciar de esa forma su espalda y caderas. A pesar de ser chico, las manos de Break eran realmente suaves, y la sensación que recorría su cuerpo debido a su masaje era realmente placentera. Sentía pequeñas descargas eléctricas allí donde sus dedos tocaban, y comenzó a creer que gemiría antes de llegar a lo bueno.

Un par de risas se escaparon de sus labios ante la sugerencia del mago.

- Me parece bien~ - canturreó, apoyándose en sus codos para que así el otro pudiera subirle con mayor facilidad la blusa hasta sacársela. Giró su cabeza para verle sobre su hombro, sin perder su sonrisa pícara -. Aunque... creo que el sostén también estorbará~ - canturreó, dándole una pequeña indirecta para que terminara de desnudarla.

Usualmente era él quien terminaba antes desnudo (por culpa de ella), pero no había nada de malo en que se invirtieran los papeles por unos momentos. Era bueno experimentar cosas nuevas.

Lentamente, le fue retirando la blusa con cuidado, aprovechando para pasar sus manos por su tersa y suave piel, que aunque fría, seguía siendo exquisita al tacto, mientras que le iba sacando la prenda hasta dejarla a un lado de la cama, lejos del alcance para que no estorbara.

-Qué curioso, estaba a punto de sugerir lo mismo~- Contestó en ese típico tono de voz suyo, para luego volver a acariciar lentamente su piel en lo que llegaba hasta donde se encontraba el broche del sujetador, retirándoselo también y dejándolo a un lado de la cama, sin perderse el rebote de sus pechos al momento de quitárselo, siendo que estos estaban hacia abajo.

-Ahora, sigamos con el masaje...- Murmuró, dándole especial énfasis a esa última palabra para darle el doble sentido, mientras que sus manos se desviaban hacia donde se encontraban sus pechos para comenzar a apretarlos suavemente, masajeándolos y entreteniéndose con estos, mientras que sentía cómo gracias a esos estímulos, los pezones de la chica se iban endureciendo contra las palmas de sus manos, pudiendo luego atraparlos entre sus dedos y apretarlos suavemente.

Un par de suspiros escaparon de sus labios al sentir las manos del mago acariciando sus pechos y tirando de sus pezones. Tal vez aquellos gestos se vieran bruscos, pero Break era bastante delicado y suave, lo cual realmente la sorprendía. Era casi como si la tratara como a una muñeca de porcelana, cosa que nadie había hecho antes con ella.

Prácticamente toda su vida habían sido peleas e insultos. Desde la muerte de sus padres ella había dejado de ser la "dulce Maria" para volverse una chica fuerte y que no se dejaba intimidar por nadie. Y en un día de esos, había conocido a Break, quien -de una forma u otra- cambió su vida. Recordó lo que era ser amable con otros y ayudarles, e incluso comenzó a mostrar más emociones, dejando así de ser una "piedra", como en ocasiones solían llamarle sus hermanos.

Apoyó el peso de su cuerpo sobre sus codos, permitiendo así que el otro disfrutara de su cuerpo tanto como quisiera. ¿Quería a Break? Sí, como un amigo, o eso pensaba ella. Nunca antes había tenido "amistad" con otra persona, y estaba segura de que el cariño que sentía por él no se comparaba por el que tenía hacia sus hermanos. ¿Qué era lo que sentía por él, entonces? Ni ella misma lo sabía, y tal vez no quería saberlo. Dejaba que Break usara su cuerpo para satisfacer sus necesidades ya que creía que esa era una forma de "fortalecer" su amistad.

Maria nunca sentiría amor. Y ella misma se lo había repetido infinidad de veces. Aquel sentimiento era obsoleto y pasajero, no iba con su estilo de vida. Ella estaba mejor sola.

En un extraño arrebato de "pasión", echó su cuerpo hacia atrás, haciendo que su espalda se pegara por completo al pecho del otro. Una de sus manos sujetó -sin mucha fuerza- su mentón, obligándolo a girar un poco su cabeza para así poder juntar sus labios en un necesitado beso.

Continuó con ese suave masaje en los pechos de ella hasta que sintió su piel lo suficientemente cálida por el contacto con la suya, generando una sensación agradable al tacto. Siempre procuraba mantener un ritmo relativamente suave y delicado, masajear su piel hasta dejarla cálida, casi como la de un ser humano, puesto que no tenía prisas para llegar directamente al coito y sentía que de aquella manera un tanto lenta ambos disfrutaban, así dejaba bastante tiempo para que los dos pudieran entretenerse con lo que quisieran.

Él principalmente procuraba hacer que los dos pudieran disfrutar lo más posible de aquello, puesto que no sabía durante cuanto tiempo más podría seguir a su lado.

Quizá se había entretenido demasiado en sus propios pensamientos, puesto que apenas notó los movimientos de la otra hasta que ella se giró para tomarlo por el mentón y besarlo. No se lo había esperado, aunque tampoco tardó mucho tiempo en corresponderle gustoso. No solían besarse con mucha frecuencia, y realmente no podría decir si lo hacía por afecto o un mero acto involuntario.

Realmente, aquello no era tan importante, luego podría pensar más detalladamente y decidir al respecto. Por el momento decidió dejar de jugar con sus pechos para rodearla con sus brazos y acariciar su piel en lo que se besaban. De seguro aquella era una pose un tanto incómoda para ella, tomando en cuenta que estaba a gatas debajo de él. Una vez que se separaron para que él pudiera retomar el aire, procedió a girarla despacio, dejándola una vez más frente a frente, ahora recostándola sobre le colchón para así volver a besarla y acariciar sus caderas, pegando un poco su cuerpo al de ella. Podía sentir con detalle sus pechos incluso cuando él aún conservaba todas sus prendas.

Realmente le tomó por sorpresa el "abrazo" del otro. Break no era de esos que demostraban cariño o ternura cuando lo hacían, aunque eso no significaba que el otro no la tratara con delicadeza, como bien hace unos momentos lo había demostrado. Sus mejillas se colorearon más ante aquello, y su pulso se aceleró tanto como su corazón semi muerto se lo permitió.

Cuando se separaron por un poco de aire -el cual realmente ella no necesitaba-, el albino hizo que de un momento a otro ella se girara para poder verle de frente. Su cabello terminó en forma de abanico sobre la almohada y el colchón, perdiéndose entre el blanco de este. Si bien no necesitaba tomar aire, su respiración estaba agitada como acto reflejo al beso que habían tenido hace unos momentos atrás.

Sus manos acariciaron el cuerpo del mago cuando este se pegó al suyo. Podía sentir los latidos de su corazón contra su pecho, aún cuando el chico estaba usando todas sus prendas. Y hablando de eso...

- Moo~ ¡eres injusto! - se quejó con un puchero. Sus cachetes se inflaron y su ceño se frunció como protesta a su reciente descubrimiento -. ¿Por qué Break está usando toda su ropa cuando yo estoy casi desnuda? - farfulló, y uno de sus dedos pasó a pockear la nariz del otro a forma de protesta y regaño.

Una sonrisa creció en sus labios cuando una idea cruzó por su mente, y en un rápido movimiento sujetó al otro de los hombros para hacer que rodaran en la cama hasta que ella terminó encima de él. Su cabello servía como un par de cortinas, haciendo que ellos dos quedaran en algo parecido a una tienda de campaña.

- Creo que tendré que encargarme yo de eso~ - canturreó divertida. Llevó sus manos a la camisa de él para comenzar a quitársela, sin tener reparo alguno en los botones de esta. Más de uno salió volando, pero lo que a Maria realmente le interesaba era ver la piel del otro.

Y una vez que su pecho quedó expuesto, pasó la punta de su lengua por su cuello, bajando hasta la clavícula para luego ir hasta uno de sus pezones, el cual lamió de lo más divertida y entretenida. Era la primera vez que hacía algo como eso, y realmente le excitaba probar cosas nuevas.

Sabía que tarde o temprano ella comenzaría a reclamarle por el hecho de que prácticamente la había desnudado, cuando él aún no se había quitado la ropa. No tardó mucho en ocurrir, por lo que con una de sus clásicas sonrisas se dedicó a darle su respuesta para excusarse por ello y librarse de los argumentos de su acusación.

-Eso es porque Maria-sama no me ha quitado nada toda...- Pero su excusa quedó a medias cuando sorpresivamente la vampira lo tomó por los hombros para luego invertir los papeles y posiciones con un rápido movimiento en el que ella se colocó sobre él.

Finalmente, al escuchar que ella misma completó el punto al cual quería llegar, no pudo hacer más que sonreír de su modo habitual mientras la miraba deshacerse de las prendas que llevaba. Por lo general ella no tenía ningún cuidado con la ropa, y a las camisas de botones casi siempre los hacía saltar por abrirlas de forma brusca, cosa que a él también lo traía sin cuidado. Todo parecía ir como de costumbre, hasta que la sintió lamiendo uno de sus pezones, lo cual lo hizo abrir bastante sorprendido su ojo para luego medio incorporarse con sus codos y centrarse en ella, sin poder evitar que un leve carmín se le subiera a las mejillas por lo inesperado de aquella acción.

-¿M-Maria-sama?

A él normalmente no le preocupaba cómo lo hacían, y era bastante abierto al aceptar nuevos métodos... pero aquello sí que lo había tomado por sorpresa. Jamás se lo hubiese esperado.