Familia. La única cosa que no muere ni con una bomba nuclear (?) [Privado]

Entró sigilosamente al castillo, con Gilbo pegado a sus talones y con la rubia aún colgada de su espalda. No se veía pesada, puesto que no era más alta que él y estaba más plana de lo que jamás estaría una hoja. Pero estaba en un grave error. Su espalda le mataba, y con costos podía dar tan siquiera un paso. ¿Acaso la tal Alice nunca había escuchado de las "dietas"? Vale que si todavía fuera Louise, estaría más que encantado de llevarla hasta el otro lado del mundo, de ser necesario. Por esos pechos pegados a su espalda, lo valía.

- E-estás muy pesada - se quejó, caminando hacia el sofá de la sala -. ¿N-no has pensado e-en hacer ejercicio? - farfulló, para luego dejarla caer (con cuidado, claro) en el mueble y sentarse en el suelo, sólo para tronarse los huesos de la columna y soltar un quejido.

Gilbo se acurrucó en sus piernas y maulló, exigiéndole comida. Él estuvo a punto de hacerle caso, hasta que un pequeño carraspeo le llamó la atención. Aterrado, alzó lentamente la mirada, sólo para encontrarse con el rostro molesto de su hermana.

Si antes no había muerto, lo más seguro es que ahora sí.

Había estado en la biblioteca jugando con un lápiz, intentando en vano concentrarse para leer aquel libro de cuentos infantiles que Break le había dado. ¿Alicia en el País de las Pandejillas? Algo así se llamaba... tal vez. Soul no se había aparecido para comer, y Gilbo tampoco estaba por allí. ¿Acaso había salido sin su permiso? Ella claramente le había dicho que no era seguro que anduviera vagando por allí, no con ese asesino-monstruo-lo que fuera suelto. Habían varios reportes de Fénix que fueron asesinados cerca del bosque, y el sólo hecho de que su hermanito no estuviera, le ponía los pelos de punta.

Moriría si a Soul llegara a pasarle algo.

Su oído, el cual había agudizado a tal punto que podía escuchar el mordisqueo de una ardilla y su nuez a tres kilómetros de allí, le hizo saber que su hermano había llegado. Y no venía solo. Con el ceño fruncido se puso de pie, dejando caer el lápiz y llamando la atención del mago y su muñeca, quienes habían estado con ella desde que despertó. Sin siquiera decir una sola palabra, bajó casi corriendo hacia la sala, sólo para encontrarse con una... peculiar escena.

Carraspeó, llamando así la atención de los otros.

- Soul... ¿se puede saber dónde demonios estabas? - gruñó, cruzándose de brazos y golpeteando la punta de su bota contra el mármol del suelo. De no haber estado tan enojada, se hubiera dicho a sí misma que se parecía a su madre cuando se enojaba y estaba a punto de regañarlos a ella o a sus hermanos.

Suspiró pesadamente mientras que cambiaba la página de su libro, con Emily colocada sobre su cabeza todo el rato. En todo el tiempo que llevaban en la biblioteca, ya había leído tres libros y comido cerca de cuarenta paletas junto con su muñeca. Cada tanto miraba con cierta diversión a Maria, quien hacía alguna que otra mueca cuando intentaba leer el embrollo de Alicia en el País de las Maravillas y a ratos se quedaba ida, pensando seguramente en Soul.

Él por otro lado, se perdió en el título del libro. Alice in Wonderland. Inevitablemente rememoró el nombre de la maldita prisión en la cual estuvo encerrado por tanto tiempo, Deadman Wonderland, y si se ponía a analizarlo, las cosas ilógicas y extrañas que sucedían en el cuento se aplicaban a la realidad de ese lugar, implicando torturas, muertes y grandes cantidades de sangre. Probablemente a eso se debía el nombre.

El sonido del lápiz cayendo contra el suelo lo sacó de sus pensamientos, haciendo que tanto él como Emily voltearan a ver a la otra. Sin decir nada, ella se puso de pie y echó a andar hacia la salida, notoriamente molesta. Él y su muñeca intercambiaron miradas, divertidos. Ambos sabían que esa mirada significaba problemas para Soul, y como buenos amigos que eran debían estar allí para burlarse apoyarlo.

Dejó la página marcada del libro y lo guardó debajo de su manga, saliendo luego tras la otra a brinquitos divertidos, con su típica expresión en el rostro hasta llegar a donde se encontraba la otra, plantada firme como un florero, regañando a su hermano. Claro que no esperaba que el pequeño Soul se trajera a una chica, por lo que profirió un silbido divertido, para hundir más al chico, claro.

-Pero miren nada más~ parece que el pequeño Soul está creciendo~- Comentó divertido, recargándose en una de las paredes para cruzarse de brazos y observar el espectáculo. -Pero será mejor que le avises a Maria-sama la próxima vez que quieras traer a una novia a casa~

- Her... - murmuró, pero se mordió la lengua para callarse. No debía de decir que eran hermanos, o podía arriesgarse a que algo malo le pasara a Gilbert o a Maria. Fingió carraspear, para luego sonreír nervioso -. M-Maria, err... e-este yo... e-ella es Alice - señaló a la rubia que se encontraba en el sofá, como si esa fuera su excusa.

Gilbo, dándose cuenta de que nadie le iba a dar de comer, se fue indignado hacia la cocina, esperando que ya hubiera algo en su plato de comida.

Mientras tanto, el albino se dedicó a fulminar con la mirada al mago, quien no hacía otra cosa más que empeorar las cosas.

- L-la encontré herida, y creí que estaría bien traerla aquí para que se curara. Hay algo... a-allá afuera - tembló levemente ante esto último, recordando a la cosa que les había seguido en el bosque.

Recién había regresado de su turno en el Castillo de la Reina. Estaba cansado, tenía hambre y lo único que quería hacer era subir a su cuarto, quitarse la armadura y tirarse en su cama para poder ver la tele y quedarse dormido un buen rato.

Se hizo un sandwich en la cocina, y mientras que esperaba a que el pan saliera de la tostadora, fue hacia el refrigerador y sacó una lata de cerveza, la cual abrió y le dio un gran sorbo. ¡Nada como ese dulce y amargo sabor! Cerró la puerta del refrigerador y terminó de hacerse su comida, para luego salir tranquilamente de la habitación.

Estaba a punto de darle una mordida a su emparedado, cuando de pronto se encontró con la "reunión sorpresa" en la sala. Casi se le va el alma al ver a la rubia allí, y sobre todo, herida.

- ¿M-Maka-sama? - balbuceó, corriendo hacia ella y dejándole el plato con su sandwich y la lata de cerveza a Break - ¡¿Qué le pasó?! No... ¡¿Cómo llegó aquí?! - comenzó a revisar sus heridas, un tanto histérico.

Si la Reina se enteraba que una de sus hijas había quedado sin protección, y sobre todo que estaba en la casa de él, lo mataría... literalmente.

- ¡¿Su novia?! - chilló mientras que volteaba a ver a Break. ¡¿Soul tenía novia y no se lo había dicho?! ¡Pero si aún era un niño! ¡No podía estar pensando en esas cosas!

Estuvo a punto de echarle el sermón de su vida, hasta que Gilbert entró y gritó alarmado, para luego ir a ver desesperado a la tal Alice. Si su hermano la conocía, eso tenía que significar algo. Ella era un Fénix. Entrecerró los ojos, con cierta desconfianza. No le agradaba que Soul estuviera con sus "otros hermanos", mucho menos con el Ragnarok a la vuelta de la esquina. No podía fiarse de ella.

- Claro que hay una cosa allá afuera, tonto - farfulló, mientras que le tiraba de la oreja al albino menor. Le lanzó una mirada que decía "hablaremos luego", para luego mirar a su gemelo -. Gilbert, ¿puedes traer las vendas? Curaremos a... la amiga de Soul - dijo, mirando de reojo a la rubia.

Si se atrevía a hacerle algo a su familia, no le temblaría el pulso a la hora de matarla. Fuera o no una de las hijas de la Reina.

Soltó un pequeño chillido de dolor cuando su hermana le tiró de la oreja. Realmente, cuando se ponía de malas llegaba a recordarle mucho a su madre (sin contar, claro, que Maria era una mini-copia de ella). Se zafó como pudo y se alejó unos cuantos pasos, temiendo por la vida de su otra oreja mientras que se sobaba la otra.

Ante la mención de sangre por parte de la otra, le volteó a ver, sorprendido.

- ¿Sangre? ¿Acaso eres una sanguijuela o qué? - enarcó una ceja, mientras que decía eso sin pensar. Podría ser vampiro, pero era un caso perdido cada vez que le mandaban indirectas o cuando descubría que otra persona también era un caminante de la noche como él.

Se quedó mirando el emparedado y la cerveza tan pronto Gilbert se las plantó como si fuese un mueble más. Unos momentos después, se encogió de hombros e ignorando todo lo que sucedía a su alrededor, comenzó a comer sin más el emparedado. Prefería los postres, pero ni modo, no se quejaba. Lo que sí no podía soportar era la cerveza. La transformó en refresco dulce y empalagoso, cosas que solo él podría tomar sin cansarse debido a su adicción a los dulces.

Ignoró sin problemas el estallido de la ventana, concentrado en su repentina e inesperada merienda, hasta que escuchó al recién llegado llamarlo por aquél nombre, la forma en la que todos lo conocían en el Infierno. Lentamente, tanto él como Emily miraron, con la misma cara de nada e insípida de siempre, al sujeto. En el rato de silencio que hubo, terminó de masticar y tragó lo último que quedaba del emparedado.

-Hmm~ con que un demonio...- Comentó, con suma naturalidad. No le agradaban los demonios, precisamente por todo lo que pasó en el Infierno y porque ellos generalmente lo reconocían, lo cual era peligroso. Sonrió como siempre. -¿Ara?~ ¿Pero qué dices?~ No fue la gran cosa- Contestó como si nada su pregunta, agitando una de las mangas de su traje y sin la mínima intención siquiera de excusarse o cambiar de tema, como sería lo normal. -Pero ¿sabes? Será mejor que no le digas a nadie~- Y con la misma frescura, alzó el dedo índice sobre sus labios, haciendo la seña del silencio.

Lo trataba como a un conocido, cosa que sin duda era más aterradora para el demonio, puesto que prefería mil veces enfrentar a una furia descontrolada que a un sujeto extraño al que aparentemente todo le daba igual. Era difícil de predecir. Pero por supuesto, aquello era una amenaza discreta.

No pudo evitar facepalmearse cuando su hermano preguntó eso. Vale que Soul no era bueno relacionándose de los demás, ¿pero que no supiera quién era vampiro o no? Comenzaba a pensar que el golpe que se había llevado de bebé le había afectado un poco(?).

Estuvo a punto de ir por la botella con sangre que tenían en el refrigerador, hasta que el estallido de las ventanas le hizo voltearse rápidamente y desenfundar su espada, amenazando al intruso con esta.

- ¡Hey, idiota! ¡¿Qué demonios haces entrando así a propiedad ajena?! ¡Ore-sama va a tener que...! - comenzó a decir, importándole poco lo que había dicho sobre Break o como le había llamado. Pero se calló de golpe al sentir una aura maligna a pocos pasos de él.

Se volteó como en las películas de terror, sólo para ver como el rostro generalmente sonriente de su linda y tierna hermana se convertía en una mueca de odio e ira puro. Dejó caer su espada en un golpe sordo, y sin tiempo que perder tomó a Soul del cuello de la camisa y se lanzó tras el sofá, puesto que este era el único refugio disponible por el momento.

Generalmente ella era una persona tranquila.

No le hacía daño a nadie ni a nada, a menos de que la provocaran. Se la pasaba encerrada en su cuarto leyendo o escribiendo, o si tenía la ocasión, no salía para nada de la cama junto con Break. Pero claro, una vez que la hacían enojar, aquella chica dulce y alegre que solía ser se transformaba por completo.

Todo el ajetreo de hace unos momentos, sumado con el estallido de una de las ventanas hizo que sus nervios colapsaran. Ella siempre intentaba tener la casa lo más limpia posible, y fue ella quien mandó a diseñar los ventanales del castillo. Un tic creció en su ojo, y a pasos tranquilos, se encaminó hacia el intruso.

- Tú... - susurró una vez que estuvo junto a él, para después sujetarlo de la larga trenza que tenía - ¡¿CÓMO TE ATREVES A DESTROZAR MI CASA, MALDITO HIJO DE PUTA?! - rugió, y con una fuerza descomunal giró sobre sus talones para lanzar al otro contra la pared, haciendo que dejara un hueco en esta.

A velocidad vampírica, llegó junto a él y le pisó con fuerza en la entrepierna, usando su tacón. Una sonrisa desquiciada adornó sus labios.

- Voy a matarte, infeliz.

Todo pasó tan rápido que a duras penas y pudo verlo.

Había estado discutiendo sobre su "nueva invitada" con sus hermanos, y ahora, de un momento a otro, alguien había roto una de las ventanas de su castillo. Estuvo a punto de gritarle unas cosas al sujeto, hasta que su hermano lo tomó del cuello de la camisa y lo lanzó junto con él tras el sofá.

Cuando escuchó los gritos furiosos de su hermana, supo la razón.

Soltó un chillido y logró cubrir su cabeza con sus manos, sabiendo que cuando su hermana se ponía en ese estado era peor que un huracán. Ni con mil heridas podrían detenerla. Y desde que se había vuelto su Caballero, aquella fuerza brutal que poseía, se había incrementado demasiado.

Ahora sólo esperaba que se le pasara aquello rápido.

Suspiró pesadamente, pero no sin rastros de diversión y ese aire de "payaso" que siempre tenía.

-Ara ara...- Negó de la misma forma con la cabeza, tranquilo. Sabía que pronto la furia de Maria arremetería contra todo como un feroz huracán, y que ese pobre e insensato demonio terminaría hecho puré, en el mejor de los casos...

Desapareció de su lugar para luego aparecer al lado de Alice para tomarla y cargarla.

-Hime-sama, si me disculpa, considero prudente el resguardarse en algún sitio para mayor seguridad- Explicó mientras que daba unos pasos con ella en brazos y luego volvía a reaparecer en otra parte de la sala, escondiéndose detrás de otro sillón al lado de donde se encontraban ocultos los dos albinos.

Mantenía la cabeza de su hermano pegada al suelo, más que nada por temor a que algo le pasara. Volteó a ver a Maka y a Break cuando aparecieron a su lado, y por primera vez se sintió agradecido con el mago.

- A-a mi no tiene que decirme eso, Alteza - murmuró, intentando que el miedo no se reflejara en su voz -. Tendrá que decírselo a mi hermana cuando... "se le pase".

Hizo una mueca al escuchar los gritos de dolor del otro, y ya se imaginó lo que debería de estarle haciendo Maria. Recuerda la primera vez que hizo enojar a su hermana cuando "accidentalmente" hizo explotar a su muñeca preferida. Tardó mucho en recuperarse de la paliza, y eso que era vampiro.

Se quedó con la cara pegada al suelo por culpa de su hermano, quien no le dejaba mover ni un solo músculo. Vale que su hermana se ponía como el mismísimo diablo cuando se enojaba de esa forma, ¡pero tampoco era para que exagerara!

...

... Bueno, tal vez no tanto.

- N-no creo que eso se pueda reparar - dijo como pudo, señalando con un dedo la ventana -. Maria mandó a hacer esa ventana, tiene mucho valor sentimental para ella - informó.

Retrocedió apenas cuando el otro le hizo quitar el pie de su entrepierna. No se asustó ni nada por el estilo al ver que él comenzaba a sacar su verdadera forma de Demonio. Ella podía ser vampiro, pero desde que bebió la sangre de su hermano su fuerza había crecido considerablemente.

- ¿Secuestrarla? ¡¿Y yo para qué querría hacer eso, imbécil?! - rugió, mostrando los colmillos -. ¡Si hubiera querido secuestrarla, ahora la estaría torturando de la peor manera posible! Serás imbécil - tomó uno de los fragmentos de vidrio y se lo lanzó, logrando cortarle una mejilla -. No te perdonaré el hecho de que entraste a mi casa y destrozaste una de mis ventanas, ¡malnacido!

Se lanzó contra él y lo pateó con fuerza en el pecho, justo en la boca del estómago. Le sacó el aire, y aprovechando su dolor, volvió a tomarlo del cabello para lanzarlo contra otra pared, arrancándole un par de cabellos de paso.

A diferencia de los demás, él sí parecía poder ignorar con extrema facilidad los gritos agónicos del otro.

-Oh, vamos, no exageren~- Comentó con el mismo tono de payaso de siempre, moviendo de arriba a abajo su mano oculta bajo la manga. -Casi todo se puede reparar, miren- Y con un chasquido de dedos, hizo que cada fragmento de ventana se elevara para volver a unirse y mantenerse en el mismo lugar, volviendo a la normalidad la ventana que hacía unos momentos estaba hecha pedazos.

-¿Ven? Así no hay que reemplazar el vidrio ni nada, es la misma ventana pero reparada~- A continuación, hizo aparecer una enorme paleta de colores. -¿Le apetece, hime-sama?~- Le ofreció a la chica que mantenía oculta y protegida en su regazo.