¿Alguien ha visto a Emily? (Privado)

Miró en dirección a la voz, pero luego ni se enteró que el otro estaba señalando hacia alguna parte.

-Ah, claro claro~- Contestó con aquél tono de payaso de siempre, sin deshacer su expresión despreocupada de su rostro.

No podía hacerlo con magia, dado que para ello también necesitaba ver para saber donde estaban las cosas.

Intentó guiarse por el olfato, pero el aroma a pizza era tan fuerte que casi llenaba la estancia y no sabría decir a dónde estaban las dichosas cajas. Con su mano, palpó la mesa, intentando encontrar las cajas. Recorrió con su mano todo un lado de la mesa, sin encontrar nada. Decidió entonces ir para el otro lado, yendo con cuidado para no tirar nada y finalmente encontrando una de las cajas.

No pudo evitar que el pedazo de pizza que estaba comiendo se le cayera de la boca (Gilbo, claro, aprovechó para saltar sobre este después de terminarse su pescado).

Tuvo que tallarse los ojos para saber que aquello no fue una alucinación o algo por el estilo, y su cerebro fue incapaz de procesarlo hasta bien entrados unos minutos. Antes de darse cuenta, ya se encontraba señalando al mago de forma acusadora.

- Tú... t-tú... - balbuceó, incapaz de terminar la frase. Fue Soul quien lo dijo por él.

De no haber estado tan sorprendido, hubiera dicho que su cara fue totalmente épica.

Ya había tenido sus sospechas desde el principio, pero creyó que el otro simplemente estaba más idiota de lo normal. Claro que, con lo que acababa de suceder, se dio cuenta de que todo este tiempo había estado en lo correcto.

- ... Eres ciego - acompletó la frase por su hermano, quien parecía estar a punto de tener una crisis. Entrecerró los ojos, aún sin poder salir de su asombro -. Eres ciego y nunca lo dijiste... - comenzó a decir.

¿Maria lo sabría? ¿Por qué demonios lo ocultaba? ¿Acaso su muñeca satánica tenía que ver con eso? Fuese lo que fuese, quería respuestas, y ya.

Logró llegar a una de las porciones de pizza, y olvidando por completo la petición del otro, se acomodó en su lugar para comenzar a comer como si nada pasara.

-Buu~ "ciego" es una palabra un poco fea... yo prefiero llamarlo "incapacitado para ver", suena mejor, ¿no creen?~- Y de lo más tranquilo le dio otro mordisco a la pizza. -Además, esto es sólo temporal, podré ver cuando las chicas regresen~- Alegó con la misma tranquilidad y simpleza, agitando su mano oculta bajo la manga para restarle importancia al asunto.

Siguió comiendo contento de la vida, sintiendo el silencio en el ambiente. Pasados unos minutos, dejó de masticar para tragar y ponerle por lo menos una leve seriedad a sus facciones.

-¿Podrían guardar el secreto? No me gustaría que Maria-sama se entere...

Siguió apuntándolo de forma acusadora, casi sin prestar atención a todo lo que había dicho.

- ¡Lo sabía! ¡Sabía que había algo raro en ti! - se puso de pie y se cruzó de brazos, molesto -. ¿Hasta cuando pensabas decirlo, ah? ¿Hasta que iniciara el Ragnarok y yo te dejara al cuidado de mis hermanos y a estos les pasara algo malo?

Se acercó a él, y aunque sabía que no podía verlo, de todas formas lo miró de forma asesina.

- ¿Piensas explicarnos qué es lo que te pasó y porque esa muñeca es importante para ti?

Imitó las acciones de su hermano y se puso de pie también, cruzándose de brazos. Miró de forma acusadora al mago, mientras que entrecerraba los ojos, completamente desconfiado. Vale, debía de tener sus motivos para no contarles lo que sea que le hubiera pasado, pero... ¿Y si un día los atacaban y él perdía su muñeca? No podría defender a su hermana.

- Más bien, onii-san, la pregunta sería, ¿por qué no quieres que onee-chan se entere? - preguntó, serio.

Maria nunca se enojaría con Break o algo por el estilo. Todo lo contrario, se preocuparía y lo cuidaría con su vida si era posible.

Siguió comiendo de lo más tranquilo su pizza, ignorando sin problemas todo el griterío que el otro estaba armando.

-En realidad, no pensaba decirlo- Se encogió de hombros ante lo primero, como si fuese lo más natural del mundo, y cuando dijo lo siguiente hizo otra pausa para dejar de comer y contestarle. -Y no, no pienso hacerlo~- Contestó una vez más con toda simpleza, hasta sonriendo levemente como era costumbre en él y su actitud de payaso.

No tenía por qué estar contando su pasado a personas que le daban perfectamente igual. Ni a Maria se lo había dicho.

Dirigió su mirada hacia el albino menor cuando escuchó aquella pregunta, y contestó de la misma forma.

-Simplemente no quiero que se preocupe por cosas innecesarias~

Frunció el ceño, más que molesto, al ver como el otro se comportaba como si fuera un niño pequeño que hacía un berrinche (aunque bueno, él tampoco estaba demostrando ningún signo de madurez, a decir verdad...).

Pero al ver que Break de verdad no pretendía decirle nada, y que además no valdría la pena intentar sacárselo a golpes (porque estaba seguro de que Maria lo golpearía a él después, y peor), Gilbert optó por suspirar y dejarse caer en uno de los descansa brazos del sofá donde estaba su hermano, sin despegar la vista del mago.

A primera impresión, Gilbert podría pasar como el más grande de los tres presentes con su pose seria: brazos cruzados, ceño fruncido, mirada fría y calculadora... era casi todo lo opuesto al vampiro que siempre se dejaba ver. Y es que no era para menos, aquel tema era delicado, e involucraba a su hermana. Tal vez no lo demostrara tan abiertamente, pero se importaba demasiado por la albina. Desde la muerte de sus padres, Maria se había distanciado de ellos de una forma u otra, y en ocasiones él sentía que el vínculo especial que los había unidos de pequeño había desaparecido.

Hasta que llegó Break, y las cosas cambiaron. Tal vez era por eso que Gilbert siempre se molestaba mucho ante la presencia del otro. Sentía celos por la extraña relación amigo-amante que tenía con su hermana. No es que él quisiera tener algo con Maria, pero realmente extrañaba su "vínculo de hermanos gemelos".

- Mira, Bre... Break - murmuró, y le costó mucho llamarle por su nombre y no por "idiota" -. Me vale el motivo por el cual estés así. Maria tiene que enterarse. ¿Cómo crees que reaccionará ella si se entera por Soul o por mí? A parte de que nos pateará el trasero por no habérselo dicho antes, se pondrá furiosa contigo. Y triste, además. ¿Acaso quieres que te aclare que aquello será por tu culpa?

Volvió a suspirar, mientras que se sobaba el puente de la nariz. Realmente ser el "responsable" de la situación no era lo suyo, pero algo tenía que hacer.

- No sé qué es lo que siente Maria por ti, pero eres bastante importante para ella. Así que déjame decirte una cosa, idiota, si la haces llorar - gruñó, mientras que le señalaba acusadoramente - juro por la Reina que te haré desear el no haber nacido nunca - amenazó.

Debido al alboroto, decidió permanecer callado y ajeno a todo lo que decían esos dos. Aún así, eso no significaba que estuviera de parte de Break... ni de su hermano.

En parte comprendía el punto del mago. Aunque Maria intentara mostrarse como una chica ruda, en el fondo era bastante delicada, y algo como aquello realmente le afectaría, y más siendo tan cercana al albino... Pero por otro lado, su hermano tenía razón. Las cosas serían mucho peor si más tardaba su hermana en enterarse de todo lo que estaba sucediendo.

Soltó un suspiro y se rascó la cabeza, para luego ir él mismo por su pizza y sentarse en el sofá. Miró a los otros dos con cara de aburrimiento, mientras que le daba un par de mordiscos a su rebanada. Ya una vez que su hermano terminó de hablar, él por su parte le dio las últimas tres mordidas a su trozo y se lamió los dedos.

- No le diremos nada de esto a mi hermana - aclaró, enfocando su mirada en el mago e ignorando la mirada de sorpresa de su hermano -, pero a cambio, debes de prometernos que le dirás sobre esto pronto - medio amenazó.

Pese a la situación, mantuvo su expresión tranquila, como si no pasara nada mientras que comía de lo más gustoso su trozo de pizza.

Aunque debía admitir que Gilbert tenía razón. Realmente no quisiera que Maria se enterara de su ceguera por medio de ellos, ya que además de entristecerse se enfurecería con él y probablemente se sentiría traicionada. Pero es que simplemente habían cosas que no podía decir, y su ceguera era sólo una de ellas.

Había decidido hace mucho tiempo que sus problemas sólo le incumbían a él, por lo que no quería arrastrar a nadie más hacia el centro del infierno en donde él se encontraba. El único que realmente podía ayudarlo era Zange, y ni aún a él le había contado todo... aunque bueno, eso se debía a que sabía que él tenía sus propios medios para averiguar todo lo que quisiera.

Estaba a punto de responder con una negativa, hasta que de pronto Soul tomó la palabra, captando su atención junto con cierta sorpresa.

Finalmente, suspiró con una sonrisa algo tranquila mientras que se reclinaba contra el respaldo del sofá.

-Se lo diré- Habló finalmente. -Pero sólo cuando sienta que sea el momento adecuado- Agregó ahora, volviendo a voltear hacia donde se encontraban los otros dos. -Así que agradecería que no le dijeran nada hasta que yo lo haga~- Dijo ahora, con su habitual tono de voz.